Proto-Fuzz Psychedelia

 
             

   
 
 

martes, abril 27, 2004

 
Marco and The Amedians


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De izquierda a derecha: Marco (Hombre Orquesta) Amedio (Director de Orquesta) Otto Augenthaler (Sintetizador) Klauss Hässler (Sitar) y Konrad Buchwald (flauta)


Marco era un joven genovés con nulos conocimientos musicales, pero que se vio introducido en el mundo del rock psicodélico por pura casualidad. Todo sucedió una mañana cualquiera cuando, al despertar, comprobó que su caja torácica se encontraba abierta de par en par y que le invadía una ligera sensación de angustia. Inmediatamente, Marco ató cabos, se asomó al interior de su cuerpo y comprobó que le faltaban todos los órganos vitales. Contrariado, fue en busca de su padre, que en ese momento estaba manteniendo relaciones sexuales con su hijo, el hermano mayor de Marco, y le espetó a gritos, pero con respeto:

- ¡Padre! ¿Me ha quitado el bazo para dárselo a mi hermano?
- No hijo, esto que le estoy metiendo a tu hermano por el recto es un puño
- ¿Entonces, dónde están mis órganos vitales?
- Los ha debido coger mamá para venderlos en el mercado negro y comprar heroina, que ayer tenía mucho mono -dijo su hermano entre dientes
- ¡Santo Cielo! ¡Debo ir presto en su búsqueda! -concluyó Marco. Y salió escopetado a la calle para, desfallecido, caer de bruces contra el asfalto sin haber dado ni dos zancadas pues, como hemos dicho antes, se encotraba hueco por dentro.

Marco volvió a despertar, esta vez en el hospital, había tenido suerte y una ambulancia le había llevado rápidamente a un centro de salud donde fue operado por uno de los mejores médicos de Europa, que, ante la inminencia de la muerte, no pudo esperar la llegada de órganos para un transplante múltiple y decidió instalarle una compleja y descomunal maquinaria que a base de válvulas, tubos y poleas completaba las funciones de los órganos perdidos. El aparato era de grandes dimensiones y de una complejidad bárbara, por eso llevaba anexo un mono de feria adiestrado en la coordinación técnica del mamotreto.

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Madre no hay más que una


Al cabo de unos meses, Marco salió del hospital y decidió recorrer los kilómetros que fueran necesarios con tal de encontrar a su madre y, cuanto menos, pedirle explicaciones. Así que echó a andar con sus andamio de órganos artificales y el mono Amedio, subido en lo alto del mismo, todo agobiado coordinando las funciones vitales.

Con dos cojones, Marco se pateó toda Italia dirección norte, atravesó los Alpes por su propio pie y se plantó en Düsseldorf (Alemania Occidental) donde le preguntó a un viandante:

- Oígame ¿Cuál es el ágora o punto de encuentro de los toxicómanos de esta bella localidad?
- En la Alemania Occidental no haberr toxicómanos, muchacho -le contestó.
- En ese caso ¿Dónde podría dar con lo peor de cada casa, lo más rastrero de la ciudad, la puta hampa?
- ¡Ah! tu preguntarr porr la puta escorria que merrece puta muerrte lenta.
- ¡Esa! ¡Esa! -Gritó Marco mientras el mono Amedio aplaudía con los tobillos de la emoción
- En Düsseldorf, haberla, si me perrmite el galleguismo, hayla. Los mayores cerrdos hijos de puta de la ciudad son los músicos de Kraut Rock y Prrogrresivo, que encontrrarrás en la Sala Átropos.
- Muy amable, señor -añadió Marco y salió escopetado hacia dicha sala.

Al llegar a ella, observó una larga cola de infraseres peludos que aguardaban para entrar a un concierto. Como la maquinaria que llevaba Marco sobre los hombros -ocho veces su tamaño- era demasiado grande, no podía entrar por la puerta principal y lo intentó hacer por la de emergencia, mucho mayor pues estaba construida conforme ordenaba la Ley Federal de Puertas de Emergencia que estipulaba el perímetro craneal medio del pueblo germano en 8x8 metros.

Una vez dentro, se encontró inmerso en una oscuridad terrible y comenzó a andar a ciegas con los brazos extendidos hasta que se topó con una extraña tela, se la quitó de encima bruscamente y se hizo la luz, había apartado el telón e ido a parar directamente al centro del escenario donde tocaba un mediocre y repugnante grupo de krautrock llamado Faustinor.

Al verle, el público comenzó a aplaudir entusiasmado. Alguno decía por ahí a gritos: "¡¡El niño esclavizado por el progreso!! ¡¡Bravo!! ¡¡Bravo!!" Otros contestaban: "¡¡No, es la dictadura cruel de la industria que situa al mono por encima del hombre!! ¡¡Grandioso!! ¡¡Genial!!"
El caso es que Marco, al ver a todos esos barbudos frente a él y, lo que es peor, al olerles, le dio un ataque de pánico que generó un incremento salvaje de su actividad vital comenzando todas y cada una de las máquinas de su andamio a emitir ruidos terroríficos obligando a Amedio a saltar de un lado a otro del andamio completamente fuera de sí, hasta que Marco, colapsado, se desmayó.

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Con el intestino al aire


Ante el júbilo del público, los Faustinor decidieron acabar en ese mismo momento el concierto, cobrar la entrada y huir con Marco atado a la baca de su furgoneta en lo que fue un secuestro en toda regla. Una vez en su guarida, comenzaron un debate para ver qué hacían con Marco y Amedio.

"¿Es lícito aprovecharnos de este pobre niño inválido y de su mono para lograr el éxito de nuestro grupo?" Hubo opiniones para todos los gustos, pero todas ellas en el mismo sentido: "Nuestro arte libera al hombre, nuestro arte es pues, un fin, por tanto, no importa lo que hagamos si logramos nuestro objetivo" o "Como vegetariano que soy, entiendo que mi música armoniza la vida vegetal, por tanto, este chico no es más que la música que sale de mi sitar, debemos usarlo" y también "Vamos a enriquecernos bien, y luego hacemos la revolución... si eso" Así que la decisión estaba tomada, Marco y Amedio entraban en el grupo. Días más tarde, después de que toda la prensa local se hubiera hecho eco del conciertazo que habían dado, firmaron un contrato millonario e iniciaron una gira por toda Alemania Occidental. El nombre lo impuso la discográfica: Marco and the Amedians.

Como los miembros del grupo eran ácratas vegetarianos, pero no gilipollas, trataron de sacar el máximo partido a Marco y su mono, de forma que el espectáculo consistía en lo siguiente: Enchufarle a Marco doce litros de aceite de ricino con un embudo, ponerlo en mitad del escenario y dejar que sufriera terribles espasmos internos que se traducían en terroríficos sonidos que salían de sus válvulas y poleas trabajando al 101% de su capacidad. Luego ellos se ponían unas mallas y le daban un poco al sintentizador y la flauta como es menester en todo grupo de krautrock que se precie.

Su fama empezó a ser de dimensiones bíblicas. Keith Emerson y Rick Wakeman se declararon fans y les alabaron en todas sus entrevistas buscando a la desesperada un puesto de invitado al tan-tan o las maracas eléctricas en el combo. En cada ciudad que tocaban la espectación era increible. Todo fue un auténtico exitazo hasta que, en una entrevista previa a un concierto, el mono Amedio hizo unas declaraciones negando el holocausto, por lo que fue explusado del país ipso facto por antisemita según indica la Constitución Alemana de 1949.

En su huída, con varios cientos de grupos troskistas, anarquistas, antifascistas y socialvegetarianos persiguiéndoles para quemarles vivos, Marco aún era víctima de los efectos del aceite de ricino del último concierto y no podía ni correr, ni andar, ni pensar, ni nada... Así que, desesperado, se arrancó el tubo que le salía del recto a modo de intestino grueso externo y fue tal la cantidad de gases y mierda que su cuerpo expulsó al exterior en forma de explosión que se elevó por los aires volando como una grácil mariposa.

Marco lloraba de la emoción, el sueño de su vida desde que se había visto condenado a esa máquina infernal era volar libre por los aires, acariciar las nubes como una golondrina, surcar el cielo como un cóndor, ser libre como el viento... pero desgraciadamente ese sueño duró poco, a los diez minutos de vuelo fue abatido por cazas de la OTAN que le confundieron con algún artilugio volador soviético dado que la presión de la mierda y el gas al ser expulsados por su ojete le conferían a éste la forma de una brillante estrella roja.

Calcinados en una verde pradera alemana el mono Amedio y el joven Marco, la historia de uno de los mejores grupos de Kraut rock de todos los tiempos llegó a su fin.
amenazame@yahoo.es - 27.4.04

 

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